En el año 1997, Florentino Arzuaga aterriza en Toledo atraído por el mudo del aceite en particular por la variedad de la oliva Cornicabra que en la zona Montes de Toledo alcanza su máxima expresión. Tras la adquisición de 150 hectáreas de olivos de esta variedad comenzó la elaboración de aceite. Buscando nuevos terrenos para dar mayor carácter y personalidad al aceite llegó a donde encontró unos terrenos idóneos para la plantación no de olivos sino de viña. Se trata de la Finca la Solana una finca de una sola pieza en el centro de la cual se ubicaría la bodega rodeada de viñedos cuya producción se destina a Pago Florentino
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