Frank John Riesling Buntsandstein es un vino blanco elaborado por Frank, Gerlinde, Dorothea y Gerlinde Frank con riesling de sus viñedos en el Palatinado, Alemania.
Procede de viñedos plantados con un tipo de suelo de origen sedimentario típico del Palatinado, donde la Riesling tiene que penetrar profundamente en busca de sustento lo que mejora la mineralidad de los vinos. Se trata de un vino que tiene una maceración corta, con una prensada larga y suave seguida de una fermentación espontánea en fudres de 1200 y 2400 litros. Tras la fermentación el vino pasa un año en fudre con las lías y otro tras ser embotellado, antes de ser puesto en el mercado.
Frank John conoció a Gerlinde, su mujer, estudiando en la universidad, donde ella cursaba biología agrónoma y él ingeniería agrónoma con un enfoque en viticultura, el estudio del suelo, la nutrición de las plantas y microbiología. Años después encontraron en el Palatinado una forma de poner en práctica su amor por la naturaleza haciendo vino de forma respetuosa con la naturaleza y el medio ambiente y se mudaron allí en 2003 con sus hijos Dorothea y Sebastián para fundar la bodega. Frank ya conocía la zona pues su abuela era propietaria de la granja de la que surtía de productos al restaurante en el que trabajaba como chef.
En Frank John, comenzaron a trabajar en biodinámica desde el principio con una visión, la de elaborar vinos tradicionales de forma artesanal, con total atención al detalle lo que incluye un suelo en perfecto estado microbiológico y en equilibrio con la naturaliza. Con ese propósito elaboran vinos de gran finura, con un perfil intenso y sabroso pero con una delicadeza mineral. Para ellos, esto implica trabajar en biodinámica (certificada desde 2012), ser muy riguroso con la selección y mucha paciencia en la bodega, para que los vinos encuentren su madurez y su equilibrio sin la presión de sacarlos al mercado rápidamente. La bodega está certificada como Neutral en consumo de carbono desde 2021.
Prueba de lo draconiano de su estilo fue el desastre que tuvieron que afrontar en 2006 cuando una noche tropical arruinó todo el trabajo del año. Cuando la tarde anterior estaban planificando la vendimia para la mañana siguiente, no sospechaban que aquella noche de finales de septiembre el termómetro marcaría 25ºC y vendría seguido de una lluvia torrencial que hizo que los racimos engordaran y reventaran, arruinando una cosecha que se preveía fantástica. Los John decidieron vender la uva y no hacer vino aquél año. La calidad por delante de todo.
Ayudados por sus hijos DOrothea y Sebastian, hoy parte de la bodega, cultivan en biodinámica, vendimian a mano, dejan que los vinos fermenten espontáneamente (tanto la alcohólica como la maloláctica) crian los vinos en fudres durante más tiempo de lo que es habitual y añaden una cantidad mínima de azufre sólo antes de embotellar, usando corchos de calidad y dejando los vinos reposar en botella en la bodega antes de sacarlos al mercado.
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